Hoy me crucé con una frase que me dejó pensando:
Y sí… es totalmente cierto.
A veces me sorprendo a mí misma cuestionando decisiones que tomé hace unos años. No porque me arrepienta, sino porque me ataca la clásica duda: ¿qué hubiera pasado si…?
Y esa, en mi opinión, es una de las preguntas más difíciles, o quizás imposibles de responder. Por la realidad, es que nunca sabremos qué habría pasado si elegíamos otro camino, y sin embargo, es tan “natural” quedarse atrapada en esa pregunta.
Lo que realmente me preocupa es cómo ese pensamiento nos aleja del presente. Nos hace perder de vista lo que estamos viviendo ahora, lo que tanto anhelamos en algún momento. Me he dado cuenta de que a veces me cuesta reconocer lo afortunada que soy, porque mi mente se nubla con problemas, con exigencias, con expectativas no cumplidas.
Y sin embargo, estoy aquí. Hace un par de años, cuando tenía 27, tuve la genial idea de migra a otro país, así que tomé mis dos maletas y un par de recuerdos, me llené de coraje y me fui a vivir a miles de kilómetros de mi país. Tomé la primera oportunidad que se me presentó y la abracé con todas mis fuerzas. La aproveché, la exprimí al máximo.
Yo le llamo suerte, otros dicen que simplemente supe tomar la decisión correcta y aprovechar mi momento.
Encontré un trabajo donde aprendí muchísimo, ligado a mi carrera. Claro, no todo fue color de rosa (no se preocupen, esa historia la contaré otro día), pero desde que llegué a Brasil, no he dejado de encontrar grandes oportunidades.
Y aunque me siento profundamente agradecida por ello… a veces se me olvida que estoy viviendo ese sueño que tanto deseaba.
¿Por qué somos así? ¿Por qué nos cuesta tanto disfrutar lo que ya tenemos, valorar lo que logramos? A veces creo que no nos sentimos merecedores. O sentimos que no lo estamos aprovechando al máximo. Siempre queremos más. Siempre pensamos que podríamos estar haciendo algo diferente o mejor. Nunca termina de ser suficiente.
Pero hoy, al leer esa frase, me cayó una ficha: este sueño que estoy viviendo lo construí con mis decisiones, mi esfuerzo y mi coraje.
Y si lo olvidé por un momento, hoy me lo recuerdo con fuerza:
Estoy aquí porque me lo gané. Lo mínimo que puedo hacer es vivirlo con todo el corazón. Aprovecharlo, disfrutarlo, aprender de él. Y honrarlo, porque es parte de mi camino.
A veces solo necesitamos una pausa para mirar alrededor y darnos cuenta: lo que estamos viviendo, alguna vez fue todo lo que queríamos. No lo olvides. 🤍
Si te cruzaste con esta pequeña carta abierta, ojalá te sirva como un recordatorio: honra tu camino, celebra cada paso, incluso los más pequeños. Porque todo esfuerzo, todo salto de fe, merece ser reconocido. Merece ser vivido con una sonrisa.
Xiomara Alvarez.